Cuaderno de bitácora de una autoconstructora y aprendiz de la vida

Caminando hacia la autosuficiencia, he tenido la oportunidad de construir casas y participar en obras de construcción por voluntad, por amor, por amistad, por compromiso, por dinero, por profesión…, y porque siempre es un reto y un regalo de crecimiento personal. Porque con paz-iencia cada paso en la construcción y en la vida puede convertirse en una meditación.

Bioconstrucción y entorno, mas que dos palabras….. un estilo de vida

La familia y entorno en que me he criado me han transmitido el amor por la naturaleza y asi lo respiré de niña… la playa con sus mágicas cortinas de agua dulce junto a los cañaverales de caños de meca, las excursiones a la montaña, al rio, compartir con grupos de montaña por mas de una década, dormir al raso, las visitas a familia en el pueblo de Ávila, la bici, las plantas, la escalada, el calor de la amistad junto a una guitarra y el fuego de una hoguera…

Por otro lado y en algún momento, de niña mi atención se desvío hacia la sombra viendo como el llamado “¿progreso?” arrasaba con la virgen naturaleza, ese progreso mal enfocado, el que arrasa playas para construir chorizos de apartamentos, deseca las marismas de san Fernando para construir un club social privado y un “bahía sur” y se carga al pequeño comercio creando moles de neón para intentar dar vida a “centros comerciales y de ocio”, hizo que se forjara en mi una conciencia de respeto y atención a las actuaciones en entornos naturales y entornos urbanos donde las formas de construir agresivas urbanizaban hasta los jardines olvidando la flora autóctona mediante artificios.

En medio de la luz que desprendía la naturaleza en la que me he criado y la sombra de las obras que se movían urbanizando el entorno me encontré confusa con una carrera recién terminada de arquitectura técnica, muchas ganas de trabajar en rehabilitación y con un contrato por cuatro años para trabajar construyendo mas de cien casas de tres plantas en una urbanización en una zona recién recalificada sepultando un encinar, era el año 99 y esa es otra historia.

Reflexionando, hace tan solo unas décadas, en los pueblo había personas de distintas familias que habían desarrollado los oficios necesarios para trabajar los materiales del entorno, y se juntaban naturalmente creando grupos de trabajo con capacidad de construir sus propias casas. (Había maestros, aprendices….no existían empresas inmobiliarias ni macro empresas constructoras llenas de ejecutivos).

Comían de la huerta de la zona y mediante intercambios del excedente obtenían los productos y/o materiales que necesitaban.

Eran autosuficientes cubriendo dos de las necesidades básicas para vivir, cobijo y alimento.

Autoconstrucción:

Ha llegado el momento de recuperar la confianza en la capacidad de hacer realidad un sueño creando, autogestionando y/o autoconstruyendo nuestras casas, conscientes de la necesidad de conservar el entorno en el que queremos desarrollar la vida, conscientes de cuidarlo eligiendo materiales naturales, cercanos,  en la elección del tamaño, de los medios a utilizar, de las formas de construir, conscientes del cuidado en las relaciones entre las personas que acompañan este proceso, creando construcciones integradas en el entorno, donde la naturaleza manda y pedimos permiso respetándola (cubiertas vegetales, muros ajardinados, jardines comestibles…)

El entorno es el legado que dejamos a las generaciones que llegan. Una vez me preguntaron el por qué plantaba encinas y robles de crecimiento lento si no los iba a ver grandes y respondí “es para las personas que vengan detrás de mi, como lo hicieron nuestrxs abuelxs”.